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Nota de prensa

La Unidad de Tabaquismo del Hospital de Santa María (HSM) de Lleida, gestionado por Gestión de Servicios Sanitarios (GSS), cuenta desde hace tres años con un programa para dejar de fumar a través del teléfono móvil, gracias al cual 100 personas han conseguido dejar este hábito. El estudio científico del proyecto ha demostrado un 10% más de efectividad que la terapia tradicional de apoyo presencial, es decir, el grupo que recibía apoyo por SMS tuvo un índice de abstinencia al cabo del año superior al que seguía el tratamiento tradicional (57,1% versus 42,9%).

Con este programa, el paciente recibe mensajes de móvil para motivarle en su proceso de deshabituación y, periódicamente, se le pregunta por su estado de ánimo. En función de la respuesta que da cada paciente, éste recibe un tipo de seguimiento personalizado.

El Dr. Francisco Abella, psicólogo y responsable de la Unidad de Tabaquismo del HSM, explica que "con los SMS conseguimos que el paciente mantenga la atención y también detectamos situaciones de riesgo, por las que se concreta una visita presencial". Para el Dr. Abeja, "es importante que el paciente no se sienta solo en este proceso de dejar de fumar". En esta misma línea, desde la Unidad de Tabaquismo del Santa María, recientemente han creado un grupo de Facebook donde más de 80 pacientes participan voluntariamente e interactúan, comparten experiencias, consejos y reciben información sobre el tema.

Inicialmente, para evaluar la efectividad del programa de los SMS, se crearon dos grupos, uno con pacientes que recibían los mensajes y uno que no. Una vez evaluados los resultados, actualmente los profesionales de la Unidad de Tabaquismo proponen participar en el programa de los SMS a todos los pacientes que tienen las primeras visitas a la Unidad, unos 250 al año, y que disponen de teléfono móvil. Además, se complementa esta ayuda con el grupo de Facebook.

Artículo de Opinión, de Francisco Abella, publicado en prensa, Día Mundial Sin Tabaco.

SEGÚN TODAS las evidencias científicas, médicas y la experiencia de millones de casos, fumar es la más perjudicial de las conductas que perjudica la salud.

El tabaco mata la mitad de sus consumidores. Cada año mueren por su consumo casi 6 millones de personas, de las cuales 600.000 son no fumadores expuestos al humo del tabaco ajeno. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, si no se toman medidas urgentes, la cifra podría aumentar a más de 8 millones en 2030.

El tabaco es una planta ya conocida por los indios que los españoles colonizaron. La encontraremos de manera habitual en muchos huertos con el fin de atraer y eliminar insectos. La nicotina es un potente veneno que tiene esta función. En la Edad Media se llegó a creer que esta sustancia tenía unos importantes efectos terapéuticos, principalmente para reducir las cefaleas. Se atribuye a Jean Nicot esta costumbre muy generalizado entre la realeza de la época. Su consumo era más atribuible a la imitación y la moda que en otro motivo terapéutico. En 1700, James BONSACK ideó una máquina que empaquetaba el tabaco en cigarrillos, como las conocemos hoy en día. A partir de este momento aumenta la producción y ya sabemos que cuando un producto es fabricado en grandes cantidades se activa toda una industria dirigida al beneficio de los inversores y fabricantes. La publicidad y promoción serán ya estrategias paralelas. Para mantener su negocio, la industria tabacalera necesita que diariamente 500 jóvenes (en España) se inicien en su consumo.

Unas importantes estrategias de venta más la capacidad adictiva de la misma nicotina lo convierten en un negocio redondo. La clientela está asegurada. Los beneficios de muchas marcas de tabaco son superiores a los presupuestos de muchos gobiernos. Las estrategias de control
y de prevención tienen poco que hacer ante el peso, la presión y la fuerza de la industria del tabaco. Hay que añadir un elemento más en esta fórmula: las sustancias químicas añadidas al producto para hacerlo más atractivo al olor, el sabor, al aroma, para evitar el picor, para calmar la tos, para hacerlo más adictivo, etc.

Qué hacen ahí dentro más de 4.500 sustancias altamente tóxicas y perjudiciales para la salud como el cadmio (se hacen pilas y baterías), tolueno (disolvente industrial), arsénico (veneno), polonio 210 (elemento radiactivo), metanol ( carburante), cloruro de vinilo (material plástico), naftalina (para matar polillas), ácido cianhídrico (utilizado en las cámaras de gas), etc, etc?

Además, en el envoltorio en que se adquiere el producto dice claramente que su uso mata, duele o provoca enfermedades. Nos imaginamos que el estante del supermercado tomamos un tarros de garbanzos donde diga que lo provoca diarreas, vómitos o intoxicación bacteriana?  Qué diferencia, pues, esta importante contradicción?
Si realmente el tabaco mata y perjudica la salud, para que se vende libremente en establecimientos visiblemente identificados y, hasta hace poco, ha promocionado eventos deportivos y culturales?

Es que nos hemos vuelto locos, o quizás lo entendemos como una rutina a la que estamos históricamente acostumbrados?

Quizás será que los intereses económicos prevalecen por encima de los intereses de salud?

Esta es también la crisis individual que debe resolver la persona que quiere dejar de fumar: "quiero pero no puedo". Realmente con toda la estrategia de marketing, de promoción y de seducción que reciben el fumador y la fumadora tomar una correcta decisión se hace difícil.

Como es posible que 8,3 cm de producto tengan ese poder y esa capacidad de decidir por nosotros? Que dificulta que tomar decisiones dirigidas a mantener la salud sea tan difícil cuando se fuma? Decidir, optar y elegir es también un ejercicio posible.

Romper contradicciones personales para romper después las sociales es un paso necesario para liberarse de cualquier dependencia, aunque esta sea tan generalizada y utilizada todavía en nuestra sociedad.

1 de junio de 2015